Con este suave y extenso Resplandor, El Toro de Barro ha querido hoy de nuevo empinar la cuerna al paso del poeta español José Corredor-Matheos, tal y como ya lo hicimos allá por al año 2005 cuando, poco antes de que recibiera con el Premio Nacional de Poesía uno de los máximos galardones de las letras españolas, quiso El Toro rendir en él un cálido homenaje al espíritu de la individualidad, editando a comienzos de ese mismo año una antología de su obra poética con uno de sus más hermosos versos como título –Deja volar la pluma en el paisaje–.
Lo que realmente nos sigue seduciendo de él, aparte de su escritura, es la delicada sabiduría con la que el autor de las ya legendarias Cartas a Li Po ha sabido hacer suyas, desde que allá por los años cincuenta agitara las aldabas del mundo literario, las necesidades éticas y estéticas de todas las generaciones con las que le fue dado convivir, sin dejarse arrastrar en modo alguno por ninguna suerte de espíritu gregario a territorios que no fueran los propios de su mundo interior.
Sometida a una extrema liviandad; aligerada de las perturbaciones que dejan a su paso los excesos emocionales, y voluntariamente alejada de toda retórica, la poesía de José Corredor-Matheos encontró primero su origen primigenio en la contemplación de esos espacios de la realidad de los que, siéndonos invisibles, sólo podemos escuchar su sordo rumor amenazante, para hallarlo, más tarde, en el planeta fecundo de esas pequeñas cosas por las que nadie pregunta, y a las que ya nada espera. De la inquietud, no por templada menos pavorosa, de sus primeros poemarios –los de los tiempos difíciles–, su poesía pasó –a partir de los setenta– a instalarse en una suavísima serenidad heredadada de la práctica de las filosofías orientales, y que acaba siendo propia de quien se sabe engarzado milagrosamente, y como una cuenta más, a ese humilde collar de las pequeñas cosas que no conviene tocar para que su belleza cante.
Su palabra nos limpia las habitaciones más oscuras de nuestro corazón, pero lo hace con la levedad de un visillo de seda que nos roza la frente cuando el aire lo besa en una de esas largas tardes del verano manchego en que la brisa se atreve a pasar por las ventanas. De ahí el tono particularísimo de su poesía, que haca de la suya una de las voces más insólitas y reconocibles de la literatura española contemporánea.
La impresionante visión de un atleta corriendo a solas al amanecer bajo el ruidoso silencio de un estadio vacío, que el poeta utiliza para abrir la puerta de su propio mundo a los lectores, es en sí misma la gran metáfora de la soledad de un hombre que, sin dejar de ser del tiempo, fue lu suficientemente sabio como para no dejarse seducir por él; y la de un poeta que ha sabido esperar su momento con paciente quietud haciendo mucho de lo poco -que lo es todo- con la alegría de quien sabe que el vivir es el único privilegio que merece la pena ser gozado.
Dos entrevistas concedidas por el manchego a Luis Luna y a Alberto Hernando y que fueron publicadas en el Blog de Escritores y Letras Libres con motivo de su consecución del Premio Nacional de Poesía en el año 2005, son sobradamente elocuentes de esa sed de lo absoluto que abrasa el espíritu de José Corredor-Matheos y de esa necesidad suya -y tan nuestra- de que la palabra sea capaz de trascender el tiempo para que, siendo de un tiempo, también lo sea de todos.
"El tiempo -nos dice- y el espacio en los que arranca el poema –como escribió Goethe– están siempre presentes de algún modo, pero creo también que han de ser trascendidos; sólo así puede interesar el poema donde esas coordenadas son otras. La poesía brota de niveles de la psique en que espacio y tiempo no son los de la vida cotidiana. Eso no supone inhibirse de la historia ni de la sociedad, sino operar en profundidad. El mundo en que vivimos, además, se transforma constantemente, y si el poema aprehende el instante con el ánimo y el ámbito de los medios de información, su interés caduca con la misma rapidez con que éstos se consumen. No creo que trascender el propio tiempo sea inhibirse y sí creo, en cambio, que limitarse a reflejarlo supone una autolimitación y una inhibición cara a la conciencia de nuestros problemas esenciales, que son los mismos que los que tendrán los seres humanos que nos han de suceder. Si nos siguen alimentando Sófocles, Cervantes y Shakespeare es porque están hablando también de nosotros y sus obras no se agotaron en su tiempo."
Con todos estos mimbres, y después de algunos años de cuernas melancólicas, quiere El Toro que aquí quede, en este menudo recuento que ofrecemos a nuestros lectores, la selladura tardía de un pacto con la sabiduría del alma y la bondad de espíritu de uno de los pocos maestros que aún nos quedan, y a quién El Toro reconoce como propio....
Carlos Morales
(Los enlaces directos están en el propio texto, y en colores más oscuros)
6 comentarios:
Una vez más vengo a felicitarte, Carlos, esta vez con la poesía de José Corredor- Matheos al fondo y con nosotros.
Mucha alma hay en El Toro de Barro, mucha.
Un abrazo.
Me alegra mucho, cuantum, ir encontrando complicidades. Y más si al cabo de la cuerda se hallan los versos de un poeta capital y, a la vez, de un hombre sencillamente bueno.
Quiero felicitarle por la inclusión en su blog de los poemas de José Corredor-Matheos. Supongo que para Ud, que fue admirador de Angel Crespo, editarlo habrá sido como un sueño. Le dire que de los libros que me envió a Jerusalén para su venta, me quedan ya muy pocos. También quiero felicitarme por su vuelta después de los malos momentos que se por amigos comunes que ha pasado.
Un saludo muy fuerte desde esta tierra agotada de Israel.
Raquel Zorbai
Jerusalén
Para mi fue un excelente descubrimiento, del que lamentablemente solo he leído poemas aislados.Procuraré subsanarlo lo antes posible
qu'e barbaro. Jos'e Corredor Matheos es un aut'entico maestro. Cu'anto me alegro que le hayan concedido protagonismo. Me compr'e su libro hace ya un tiempo, y est'a siempre en mi mesita de noche. A veces lo leo para evitar que la vida me rompa. Es un b'lsamo.
Menudo descubrimiento, he ido saltando de unos a otros, y me choco el nombre del Toro, (cosas mías) y la verdad, no conocia a este escritor, pero prometo que comprare ese libro, el de la pluma su titulo me atrae. un saludo
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