El Toro de Barro

El Toro de Barro

lunes, 18 de agosto de 2008

La razón ebria, de Vicente Gallego...



VAMOS ALTO
(MDMA)

Vamos alto esta noche,
que me ha mirado mal
el alma mía.
Dame un dulce veneno y vamos lejos.

Dejémosle a la muerte
pan y agua,
porque vendrá hoy también a compartir
la mesa y no estaremos.
Ni un respeto de más:
lo que le debe el miedo solamente,
que el amor lo traemos con nosotros.

A su vicio peor va entregándose el alma,
que es no darnos consuelo,
que es pisar mal la uva
y es agriarnos el vino.

Sin temor,
vamos alto,
vamos hondo en el trago.
Porque somos ya el cuerpo de la noche
nos abandona el cuerpo,
y un claro tornasol se traga el mundo
para escupirlo libre
de su exacta ecuación, de su fiel resultado.

Y si alguien, un día,
os anuncia que he muerto,
decidle que a la muerte
le di tan sólo aquello que era suyo,
pan y agua,
que el amor aún lo traigo de mi parte,
que en el amor mi muerte va de vuelo.

***

Quién conozca un poco la biografía del poeta español Vicente Gallego, caerá en la cuenta de hasta qué punto es necesario adentrarse en el mundo de lo que ya nadie quiere para acceder al conocimiento de lo que no puede morir. Eso me dije cuando, allá por 2003, me dispuse a preparar la edición de sus poemas de La razón ebria en un humilde Cuaderno del Mediterráneo, un tiempo antes de que el jurado del Premio Nacional de Poesía honrara al joven poeta valenciano y de que los mismos fueran incluidos en uno de esos libros cuya navegación, como botella de náufrago, nunca hallará rada en que guarecerse, en la Santa deriva...

No era la primera vez que editaba la obra de un poeta de la experiencia, pero sí que, como consecuencia de ello, comencé a notar cómo comenzaban a debilitarse de hecho los vínculos -ya antiguos, y por mi parte firmes- que habían unido la tradición del Toro al destino de la poesía española de vanguardia: pareciera que reconocer lo valioso a que pudieran dar lugar las múltiples tendencias literarias que, en un momento dado, pueden competir por la prelacía en los papeles que administran la mayor o menor eternidad de los mortales pudiera ser tomado como delito de lesa traición. En fin, son cosas que pasan, pero que merman la confianza en nuestra capacidad como lectores y como creadores para caminar sin caerse por rutas distintas a las que marcan los númenes de de la propia mesnada; para mezclarse y aprender con los distintos -sin perder la propia identidad- las claves de un mundo que se nos escapa y de cuyos laberintos ninguno nacimos enseñados...












8 comentarios:

fgiucich dijo...

Ese amor que seguirá presente, a pesar de todo. Abrazos.

BUDOKAN dijo...

Qupe suerte que has vuelto a publicar, Siempre es un placer tu presencia en la blogsfera. Saludos!

MaLena Ezcurra dijo...

Me siento tocando el cosmos con sus palabras.


Un abrazo.


MaLena.

PERSA dijo...

Dame un dulce veneno y vamos lejos.
Buenas palabras para una persa en fuga.

Isabel Barceló Chico dijo...

Te echo mucho de menos, carlos. ¿Te animarás de nuevo a regalarnos con tus textos? Un abrazo abarcando todo el mundo.

Isabel Barceló Chico dijo...

Pasé de nuevo a visitarte, querido carlos, y he vuelto a disfrutar de este poema de mi paisano Vicente Gallego, un poeta extraordinario. Te sigo esperando. Besos.

Anónimo dijo...

Joder, ya estoy ebrio de tanta razón ebria. ¿Este blog ha muerto, ha muerto alguien más? Qué frustante pasar por aquí y ver durante medio año lo mismo. Venga, Lázaro, levántate y anda. Please

Pilar dijo...

Par a mí un placer volver por aquí sin conciencia de si te fuiste o has vuelto o nunca te moviste. Tengo la sensación de que la poesía de la experiencia fue una etapa de juventud de unos poetas que luego echaron a andar por su cuenta. Gallego, Marzal, García Montero, Benítez Reyes, un cuarteto que se lo pasó muy bien y pusieron alta la poesía en su encuentro con el lector de a pie. Me gustan, los sigo, pero también me cansa ese afán de hacer generaciones cuando quiere decir sexo... tú me entiendes.
UN placer deambular por aquí, oscurito.