Carlos Morales
Por quién suenan los tambores?
Corren malos tiempos para la esperanza tranquila. El gesto
violento asoma su cabeza por los en otro tiempo cerrados ventanales del
espíritu. El descontento corre de una piel a otra silenciosamente, con el ritmo
cansino pero implacable con el
que el aceite se desliza sobre las baldosas de un pasillo oscuro y penetra
sigilosamente bajo las puertas que protegen lo poco que nos va quedando de
esperanza en nuestro pecho humano. La ira es un rumor que está dejando de
serlo; se generaliza cada día un poquito más en todas las clases y grupos
sociales. Prolifera la ceguera en todos los Estados de la vieja Europa con la
misma insistencia con que cae por las calles la impiedad de su sistema.
Proliferan también los errores políticos de la Unión y de su liderazgo alemán, como el que ha
supuesto el “basta ya” radical en la boca pequeña de un Chipre con coraje, al
que para colmo se la ha arrojado a la órbita económica de un Kremlin cuya
tiranía se manifiesta de un modo conciso y claro, no con el sigilo con que lo
hace en Occidente, oculta en los ropajes de una mentira a la que sólo la
repetición constante está convirtiendo en verdad casi divina. Ya no es Alemania
la que sufre, como sufría en la época de entreguerras la asfixia económica
provocada por los miopes estados vencedores de la Primera y por la crisis
económica generalizada; ahora son quienes entonces la sangraron los que inclinan
su cerviz al son de los tambores de Alemania, a la que el orgullo y la soberbia
han cegado hasta tal punto el oído que son las únicos que no alcanzan a escuchar
el sordo rumor que se avecina.
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No
se prohíbe la reproducción de este texto, pero se ruega a quien lo haga que,
por honradez intelectual, cite el medio en que fue o ha sido publicado y su
autoría.
Grandes Obras de
El Toro de Barro
PVP: 10 euros Pedidos a:
edicioneseltorodebarro@yahoo.es
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En un dramático–y real– camino de retorno,
algunos de los 130 niños que sobrevivieron a Auschwitz vijaron de nuevo al escenario de aquel apocalipsis con un grupo
de estudiantes israelíes de secundaria, en el que se encontraban sus hijas. El
encontronazo de dos generaciones distintas con aquella memoria de dolor provocó
una gigantesca catarsis individual y colectiva, cuya historia fue narrada por la psicóloga
infantil Amela Einat en La cicatriz del humo,
Esta novela coral pone de manifiesto las diversas formas de
experimentar la presencia real de aquella tragedia en todas las
generaciones del Israel contemporáneo, de cuyas patologías Amela Einat
es una reputada e innovadora especialista
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